Poemas

A continuación les mostramos una selección de poemas:

EL EQUIPAJE

Siempre pensé
que nunca tendría equipaje,
que sería libre como el viento,
y ya me veis,
cargado con esta maleta
raída por el tiempo.

Será que lo que uno
sueña en la niñez
es sólo fantasía,
ensoñaciones tejidas
con la inocencia
que nos da la infancia.

Hay quién soñó
con ser futbolista algún día,
yo soñé con alcanzar la Luna,
y ya me veis,
juntando letras
en lugares mal iluminados.

Y ahora, a mitad de camino
abro esta maleta
y me rencuentro
con libros viejos de poesía,
con algún disco de Rock & Roll
y con tus besos…

Miguel Ángel Rincón Peña
Del libro "Poemas en el equipaje" (Castellarte, 2009)


ATAQUES SUICIDAS

Me besaste mientras en la pantalla
la Hepburn cantaba sentada en la ventana.
¡Qué tarde aquella!

Días que sabían a mosto barato
y olían a sábanas blancas y húmedas.
Amores clandestinos.

Y contábamos las hojas que caían,
desnudos por el parque, a solas.
Como dos locos de atar.

En los bares de las contrariedades
bebimos y gritamos hasta desfallecer.
Noches de miel.

Noches de alquitrán en las suelas
y de escarcha muda en los jadeantes ojos.
La luz y la sombra.

Estaban en guerra tu día y mi noche
tu espalda y mi lengua, tu Sol y mi Luna.
Ataques suicidas.

Creo que sonaba Silvio en el ambiente
cuando depuse mis maltrechas armas al amanecer.
Bandera blanca.

Y nos volvimos a besar a media tarde
mientras el mundo se destrozaba y marchitaba.
¡Qué tarde aquella!

Miguel Ángel Rincón Peña
Del libro "Espacios compartidos" (Tiempo de cerezas, 2008)


ELUCUBRACIONES DE UN SUPERVIVIENTE

El paso del tiempo hace mover nuestro mundo,
hace que lo que ayer era semilla, sea hoy flor
que lo que ayer era una idea, hoy sea canción.

El transcurrir de la vida hace que todo evolucione,
que lo que hoy es sueño, sea mañana realidad,
hace que lo que hoy es un río, mañana sea un mar.

El maratón de la existencia inventa futuros improbables.
Quién sabe dónde terminarán mis huesos al amanecer,
quién sabe en qué lugares esperaré al anochecer…

La vereda de nuestra vida se va estrechando lentamente
casi sin darnos cuenta nacemos, crecemos, sin saber
que la añorada inmortalidad era cosa de la niñez.

Y aún hay gente que lucha a diario para existir,
portando banderas que el tiempo ha de barrer,
guiando sus vidas por la maraña del tropel.

Existe gente capaz de aguantar el chaparrón diario
que exige la subsistencia cuando no hay nada más,
cuando el amor es un desamor prolongado al más allá.

El rechinar de nuestros huesos nos hace pararnos y pensar
en cuestiones que hasta ahora nunca se nos habían ocurrido,
cosas que antes, nuestra incipiente juventud relegó al olvido.

Ya va siendo hora de aparcar la vida por un momento
y descender del tren a mirar la vía, a observar el fin.
Porque la vida, es agonizar y aprender lentamente a morir.

Miguel Ángel Rincón Peña
Del libro "Elucubraciones de un superviviente" (Castellarte, 2006)


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